Miel y colesterol ¿Cómo afecta la miel al colesterol?
Aunque la alta presencia de glucosa en la miel puede llevar a pensar que no sea un producto positivo para reducir el llamado colesterol malo, lo cierto es que su capacidad antioxidante la convierten en nuestro aliado como demuestran numerosos estudios.
Estudios sobre la miel y sus beneficios para la salud
Hay ciertos factores que pueden ser medidos en la sangre, y son fuertes indicadores de salud y riesgo de enfermedad en el futuro. Colesterol, triglicéridos y glucosa en sangre son particularmente importantes. Los diabéticos, por ejemplo, tienen problemas con todos estos factores.
En una prueba controlada realizada sobre 48 diabéticos, a aquellos a los cuales se les introdujo miel en la dieta durante ocho semanas lograron bajar su peso, triglicéridos y colesterol total, mientras que su colesterol HDL subió.
Otro estudio realizado en sujetos tanto saludables como diabéticos e hiperlipidémicos reveló que:
- La miel eleva el nivel de azúcar en sangre, pero lo hace menos que la dextrosa (glucosa) y la sacarosa (glucosa más fructosa).
- La miel reduce la proteína c-reactiva (CRP), un indicador de inflamación.
- La miel baja los niveles de colesterol LDL y triglicéridos en sangre, y eleva el colesterol HDL. Además, reduce la homocisteína, otro indicador sanguíneo asociado con enfermedades.
Una de las características especiales que tiene la miel es que, a la hora de ponerla en relación enfermedades o problemas de salud como la diabetes o el colesterol, hay que tener en cuenta numerosos matices. Y es que lo normal sería pensar que miel y colesterol van unidos, ya que un producto como la miel donde la glucosa, es decir, los hidratos de carbono, cuentan con un papel predominante no tendría efectos positivos para una persona que quiere reducir los niveles del llamado colesterol malo. Al tratarse de una creación 100% natural, la miel tiene propiedades que van más allá de su simple contenido en fructosa.
En primer lugar, hay que distinguir entre lo que comúnmente se conoce como colesterol malo y bueno. El primero, que científicamente se denomina LDL, es una sustancia presente en la sangre que empieza a ser problemática cuando aumenta demasiado. Si se produce esta circunstancia, las células no son capaces de absorberla y se queda habitando las paredes arteriales. Eses es el problema. Por otra parte, el colesterol bueno o HDL ejerce como una especie de aspiradora del LDL. Es decir, lo succiona y se lo lleva el hígado para que lo acabe eliminando del organismo. La presencia de HDL está relacionada con la longevidad, un menor riesgo cardiovascular y la reducción de las posibilidades de que se produzcan coágulos. Además, se ha demostrado que tiene propiedades antiinflamatorias y antioxidantes, algo en lo que, por cierto, coincide con la miel.
A simple vista la alta presencia de glucosa en la miel podría convertirla es un alimento prohibido en una dieta para bajar el colesterol. Pero las cosas no son tan simples. Es cierto que el binomio de miel y colesterol no tiene un final feliz cuando una persona con niveles de LDL altos consume miel en exceso y esto se combina con una dieta poco equilibrada y la ausencia total de actividad física. Pero los últimos estudios que se han hecho sobre ese asunto presentan resultados sorprendentes.
Una investigación de la prestigiosa American Chemical Society demostró, tras realizar un riguroso ensayo, que la miel tiene los mismos efectos positivos en la reducción del LDL que, por ejemplo, las frutas y verduras. La clave es una propiedad que antes apuntábamos, su capacidad antioxidante. Algo en lo que coinciden la miel y el colesterol bueno.
Otros estudios han demostrado al mismo tiempo que una dieta con miel acaba elevando los niveles de HDL en la sangre, el colesterol bueno. Es obvio que también aumenta al mismo tiempo la presencia de azúcar en el flujo sanguíneo, pero la clave es que lo hace de una manera mucho más reducida que si consumiera azúcar común procesado.
Por lo tanto, ¿Se puede recomendar la miel para mantener unos niveles sanos de colesterol en sangre? La respuesta es ¡Sí! siempre que su consumo no sea excesivo. Tomar una cucharada de miel de forma regular acaba produciendo unos efectos positivos para el organismo gracias a sus propiedades antioxidantes. Y es que, en definitiva, el peso negativo que tiene la alta presencia de glucosa se ve compensado con su alto poder antioxidante que se convierte en un firme aliado del colesterol bueno.
Conclusión:
La miel es rica en fructosa, pero también es rica en varios antioxidantes que producen numerosos beneficios para la salud. Es más saludable que el azúcar, y depende del individuo que la consuma y del consejo de su médico para determinar si es recomendable.
Lo que debes tener en cuenta antes de elegir tu miel:
La miel debe ser pura y envasada en frío, con unos rigurosos controles para que no pierda sus maravillosas propiedades. En Apinazar somos apicultores respetuosos con el medio ambiente y con tu salud. No vale tomar cualquier miel, debes asegurarte de que tomas una miel pura y natural, como la que encontrarás en Apinazar. ¡Buen provecho y buena salud!